martes, 22 de diciembre de 2009

El inquietante hombre de negro

La noche, su halo de misterio, de soledad, de grandes intentos por evadirme de la absurda realidad para intentar no volverme tarumba debió ser lo que propició esta especie de “juego”.

Se podría decir que éramos una especie de “vecinos”, separados solamente por una gran Avenida y por una bonita pecera cada uno en su lugar de trabajo, yo no sabía nada de ti, e imaginaba que tu tampoco de mí, pero me divertía mirar de vez en cuando y ver los movimientos nocturnos, los cambios en las luces, la atmósfera festiva en la cera de enfrente…

Tras unas cuantas noches así, empecé a fantasear con la idea de que si yo te veía a ti, probablemente tu también me verías a mí… y jugarías a lo mismo que yo, ¿o no?...

Una noche cualquiera, tú cerrando verjas, bueno ya queda menos…, estoy atendiendo a unos clientes, un segundo y ya has desaparecido entre la fría y espesa niebla, hago un recorrido visual rápido a través de la pecera y me siento “paralizada”, te veo ahí, justo enfrente de mí, parado en mitad de la calle, todo vestido de negro… como un ente, o cómo un personaje de otro siglo, clavada la mirada en mí, no se si desafiante…, no sé si pensando “nena” te he pillado, ya sé a que juegas y por un segundo me quedo paralizada, bloqueada y desaparezco detrás del mostrador, tengo miedo de ser “descubierta” y una extraña sensación en el estómago.

Todos los días pasaba por tu puerta camino del trabajo, pero nunca te había visto tan de cerca como esa noche, esa noche en la que me cuesta mucho conciliar el sueño y en el que recuerdo al día siguiente se oye constante y obscenamente un temazo de Barry White que me pone un montón.

Pasan unos cuantos días, los de descanso reglamentario y me olvido de esta historieta, vuelvo a la realidad y a mi vida, …no ejerzo de personaje inventado.

Y vuelvo a empezar, hoy empiezo turno de nuevo, ¡que pronto se pasa lo bueno!, y cómo de costumbre voy por la acera de enfrente, con cara y “humor” de lunes, conforme voy acercándome a la fachada del local voy aminorando el paso, estoy perpleja, escucho a todo trapo el temazo de Barry White en plena calle…, hago ademán de cruzarme de acera, pero algo me lo impide…, mejor dicho alguien, el está prácticamente parapetado delante de mí, impidiéndome avanzar en ninguna dirección, me sujeta levemente el brazo mientras me dice “buenas noches princesa, ¿has descansado estos días?, hoy hace mucho frío y llegas pronto, ¿te puedo invitar al café especial de la casa?... Yo no puedo articular palabra, estoy paralizada, el me abre la puerta cortésmente y yo paso dentro…, entro a “bocajarro” del mundo de la fantasía al mundo real, y todavía más sorpresas, no hay nadie dentro excepto él y yo y nuestro “café especial de la casa”, el café se acaba, oigo el ruido del pasador de un cerrojo, pero no tengo miedo, estoy como flotando… como en una nube, pienso ¿pero que tiene este café?..., cuando me doy cuenta toda mi ropa y la suya anda desperdigada por el suelo y sus manos en mi espalda …

Cuando vuelvo un poco a la realidad está amaneciendo, me despido cortésmente, alucinada todavía por lo que acaba de pasarme y sin creérmelo del todo, pienso que estoy soñando y que ya despertaré…, llego a casa de día, hay luz en la cocina, digo en un susurro desde el pasillo “buenos días”, a la altura de la cocina veo a mi marido de espaldas a mí desayunando…, gracias a Dios porque me acabo de dar cuenta que llevo la mitad de la ropa puesta del revés, voy hacia la habitación y oigo que me dice por este orden: Me voy a trabajar, quiero el divorcio…, ah¡¡¡ y han llamado de tu trabajo, que estás despedida…, que tengas un buen día cariño.

Oigo un portazo y con la ropa todavía del revés me meto en la cama, pienso “ha sido una bonita noche” y me quedo dormida escuchando a Barry White en mi cabeza, mañana ya pensaré … y buscaré otro trabajo.

4 comentarios:

  1. Este es mi pequeño "homenaje" a la gente que trabaja cuando la mayoria descansa, por que fueron ellos los que inspiraron este relato.
    Gracias por la compañía y el calor en esas frias y desoladoras noches.

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  2. El escrito lo conocía, pero he vuelto a leerlo.
    Tiene un ritmo trepidante que hace que te siga apeteciendo leer. Es una historia con la que todos alguna vez nos hemos podido sentir identificados.
    Dejarse llevar y abandonarse...

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  3. Me sigue pareciendo tan estupendo como la primera vez que lo leí.

    Y seguro que, como Listbeth, soñaste con una cerilla y un bidón de gasolina.

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  4. Graciassssss queridas, si ... ya sabeis bien que era con eso con lo que soñaba en esos días ...

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