El circo de los “horrores” se anuncia en Zaragoza, no hace falta ir a ninguna función, el horror está en la calle.
10,40 h., puerta de un centro comercial, un hombre de mediana edad pasea nervioso y agitado de un porche a otro, habla a su vez por el móvil, de repente parece que viene hacia mí, entonces le veo la cara, está llorando, llorando como un niño, le sigo con la mirada, veo en su mano libre unos papeles que agita constantemente, no entiendo lo que le dice a su interlocutor, pero desde luego nada bueno, un hombre sin más, solo un hombre triste en una mañana muy triste.